Lunes, 15 Agosto 2016 15:48

Dando vista a los ciegos

Por Lilian Kaivilu. 1 de Agosto 2016

Matthias Höffeld tiene 28 años
y perdió la vista  en un accidente en 2009. Ha superado sus  limitaciones y se ha convertido en una fuente de esperanza para otros niños ciegos.

¿Cómo describirías tu educación?
De niño crecí en un ambiente protegido. Me gustaban la escuela y los deportes; mi favorito era el kick boxing.

De hecho llegaste a competir por el campeonato del mundo.
Sí, mi mayor éxito fue competir por el campeonato del Mundo en Canadá, cerca de las cataratas del Niágara. Pero perdí mi primer combate contra un oponente que llegó hasta la final y ganó el campeonato.

Perdiste la vista a los veintiún años. ¿Cómo sucedió?
Fue en un accidente de automóvil. Perdí por completo la visión de un ojo y la conexión entre el otro ojo y el cerebro se cortó, por lo que me quedé completamente ciego.

¿Qué te animó a continuar?
Creo que fue muy importante que mis padres vinieran a verme cada día. Mi madre me ayudó un montón, ella recibía la fuerza de Mata Amritanandamayi, conocida como Amma o Madre, mediante la lectura de su libro.

Y después…
Ocho años más tarde visité a Amma en Mannheim, y en Estados Unidos en 2012. Ella hizo que me diese cuenta  de que podía hacer todo lo que quisiera a pesar de mi pérdida de visión. El organizador del campamento de AYUDH (Jóvenes de Amma por la unidad, la diversidad y humanidad) fue mi traductor en nuestras conversaciones. Unas horas después nos sentó a mi hermana y a mí y me preguntó si quería unirme al campamento AYUDH del año siguiente.

¿Y es eso lo que cambió tu vida?
Al principio continué con mi rutina diaria pero ansiaba las experiencias que había tenido con Amma. Eso es lo que me decidió a unirme al campamento y ahí tuve una experiencia gloriosa, conversaciones estimulantes y un sentimiento generalizado de felicidad que nunca antes había sentido. Lloraba, reía y olvidaba mi rutina diaria y mis problemas. Después del campamento mi vida cambió por completo. Encontré nuevos amigos y familia. Me hice más consciente de lo que comía y de en qué gastaba el dinero. Comencé a estar activo y a sentirme vivo.

Cuéntanos tu trabajo en Kenia, especialmente en el Proyecto bastón Blanco.
Trajimos a las escuelas de Kenia bastones para ciegos con algunos voluntarios y Brahmachari Shubamrita, uno de los discípulos  de Amma. Una vez visitamos una escuela en Thika y los niños cantaron con gran gratitud. Fue una gran motivación. Algunos niños incluso escribieron cartas a Amma. Siempre recordaré que en una de ellas un niño expresaba la felicidad de caminar solo en la naturaleza con su bastón de ciego.

También en Kenia visitamos la escuela infantil Amrita con otros dos ciegos y ahí respondimos a las preguntas de los niños y los enseñamos a guiar a ciegos. Los niños se guiaban uno a otro con los ojos cerrados para comprender cómo sienten los ciegos y cuanta confianza es necesaria. También los enseñamos a no tener miedo de hablar con personas ciegas y preguntarles si necesitaban ayuda. Fue bonito ver como se interesaban en ayudar a personas discapacitadas y cómo esto los hacía felices.

¿Con cuántas personas has contactado?
Con unos 560 niños en cinco escuelas.

¿Quienes son tus compañeros en esta iniciativa?
AYUDH Europa, el Centro Amrita de Kenia y el centro Africano de Braille.

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