Satsang de Swami Amrtajyoti Prana


 

Om Amriteshwaryai Namah  

Satsang de Swami Amrtajyoti Prana, 10 y 22 de abril de 2020 

Dhyayamo...

Me inclino ante nuestra bienamada Amma, nuestra preciosa Amma, y ante todos los que estáis escuchando estas palabras.

Estoy muy contenta de conectar hoy con vosotros, hermanos y hermanas de todo el mundo. Espero y rezo para que estéis bien, para que consigáis mantener el corazón en paz, y para que la luz de Amma no os deje en estos tiempos que son un reto para todos, y muy difíciles, para algunos de vosotros.

Llegué a Amritapuri el 5 de marzo para recibir de Amma la sannyasa diksha, junto con 50 de mis hermanos y hermanas. Más de 200 hijos de Amma recibieron también la iniciación a la brahmacarya.

¡Qué sincronización! ¡Y qué ceremonia!

Este hecho ya nos da una muestra de la infinita sabiduría de Amma. Y ... ninguno de nosotros, que estamos a cargo de diferentes instituciones y ashrams de la India o del extranjero, hemos podido volver a casa. Estamos todos aquí desde entonces. Tenía programada mi vuelta a Francia al cabo de una semana, ya que tenía programas, reuniones..., pero todavía sigo aquí.

Todos los planes, toda la organización, se han volatizado en el akasha (éter). Como os ha pasado a vosotros, que estáis confinados. La vida ha dado un giro imprevisto e inesperado.

Amma está aquí, y como siempre, hace todo lo que puede para dar, y dar, aunque siguiendo escrupulosamente todas las reglas impuestas. Mi sensación personal es que Amma aprovecha la oportunidad para estar en Guru Bhava, o incluso diría en Kali Bhava. Es decir que insiste continuamente en la disciplina, en la obediencia, en las prácticas espirituales y en las enseñanzas. Pero a la vez aparecen como siempre, la dulzura y las risas, después del bastonazo. Por ejemplo, desde hace una semana, al final de los bhajans Amma nos dirige en un ejercicio corto, en una pequeña sesión de gimnasia, y es tan dulce, que llena de alegría a todo el mundo.

¿Habéis leído sus tres mensajes? Están disponibles en las diferentes webs. También tenemos acceso, tanto en directo como en diferido, a los satsangs de los swamis y swaminis que están aquí en Amritapuri. Es una novedad. Todos los mensajes y los satsangs se están traduciendo a las respectivas lenguas de cada país.

Algunos países han organizado algunas actividades, como bhajans en directo, archana, meditación, líneas telefónicas de ayuda, preparación de mascarillas, no sólo para los devotos, sino para cualquiera que lo necesite.

Todo esto es para que cada uno de nosotros pueda mantener y alimentar el vínculo, la confianza, la fuerza interior e incluso el entusiasmo, en estos tiempos extraños y difíciles.

No nos olvidemos de que somos las hijas e hijos de la Madre Divina, las hijas e hijos de la vida, de Dios, de la energía suprema.

Amma nos dice que la confianza es como la batería de un coche. Supongamos que tenemos un coche con el depósito lleno, pero con la batería agotada: no sirve, no puede circular. No dejemos que la inquietud y la negatividad agoten nuestra batería. Al contrario, carguemos nuestras baterías: mediante las prácticas espirituales, las acciones desinteresadas, una actitud positiva, nuestra comprensión de las enseñanzas, nuestra paz y luz internas.

Amma dijo: “En este tiempo en que el mundo entero está sumergido en la oscuridad de la pandemia del Covid 19, unámonos para encender la luz de la esperanza, de la compasión y de la unidad. El virus nos está llenando, tanto interna como externamente, con el veneno del miedo y la ansiedad. Para destruirlo, tenemos que encender nuestra llama interna, nuestra luz interior. Encendamos la luz de la lámpara de la nueva vida, la luz de la bondad, la luz del conocimiento que destruye la oscuridad de la ignorancia. Eliminemos el veneno con la panacea de la acción adecuada y el pensamiento correcto en el momento oportuno.”

Esta confianza que Amma compara con una batería de coche no es una confianza del ego o desde el ego, que se cree el amo. Me parece que sería un poco cómico que el ego pretendiera algo así justo ahora. El ego está malherido y su única opción es inclinarse. Esta confianza es una confianza en la vida, en la increíble inteligencia y en el amor de la vida. Una confianza que viene de nuestro vínculo con “lo que está más allá” de nosotros, porque de ahí es de donde surgen el poder y la fuerza. Nuestra conexión con Amma...

Y esta confianza es también soltar, rendirse, entregarse. Es el SÍ a lo que es, el SÍ que evita la pérdida de energía en el conflicto con la realidad de lo que es. Es una confianza que viene de la humildad, de la simplicidad - no de la arrogancia. Es una confianza que surge del vínculo: somos los eslabones de una misma cadena, cuentas del mismo collar, los hijos de la Madre Divina. No es una confianza que surja de la separación o de la afirmación: “Yo soy el mejor, soy el más fuerte”.

Esta confianza es también la humildad de la aceptación. No la aceptación de la víctima: “Lo sufro porque no tengo más remedio, soy víctima”. La aceptación no es la sumisión de la víctima ¡NO! Es la aceptación plena del instante presente, de los hechos, de lo que es real, de lo que es; no estar en conflicto con la realidad.

Es también la rendición a las restricciones, aceptándolas, siguiendo las instrucciones como nos dice Amma, aunque sean dolorosas. Por nuestra seguridad y por la de los demás. Esa es una actitud madura y responsable.

A través de esta pandemia nos enfrentamos cara a cara con la naturaleza misma de la existencia humana, de una manera muy intensa. Tal como nos dice Amma tan a menudo, ni siquiera nuestro próximo aliento está en nuestras manos. Y evidentemente, esto le crea mucha inseguridad al ego.

Pero es como si después de todos los avisos que nos ha dado la naturaleza fuéramos sordos. Y entonces la naturaleza, la vida, nos lo gritan ahora, y nos lo imponen: ¡STOP!

Ya no es cuestión de compromiso, de frenar, de desarrollo sostenible, de nuevos caminos.... NO. STOP. PARA.

Creo que éramos muchos los que veíamos que esto no podía continuar así. Pero ¿cómo parar?

Comparto con vosotros un texto que recibí hace poco de un cura de Burdeos (de entre todo lo que circula, textos videos, e-mails, Facebook y WhatsApp). Empieza así:

“Este mundo lanzado como un bólido en su loca carrera, este mundo que todos sabíamos que corría hacia su pérdida, pero del que nadie encontraba el freno de emergencia, esta máquina gigantesca, se ha parado de golpe. A causa de un bicho pequeñito, un parásito minúsculo invisible a simple vista, un pequeño virus de nada. ¡Que ironía! Y ahora aquí estamos, desde hace más de un mes, incapaces de movernos, confinados. Pero ¿qué pasará después? Cuando el mundo intente reanudar su marcha...”

En este satsang me gustaría desarrollar lo que puede ayudarnos a aprovechar estas jornadas de confinamiento.

Veo 2 grandes ejes:
     - Vivir cada instante de manera plena y consciente.
    - Comprender los errores del pasado y reflexionar sobre los cambios necesarios

Vivir cada instante plena y conscientemente

De forma plena y completa, ¿qué significa? Significa acogerlo todo, lo agradable y lo desagradable, lo placentero y lo molesto, sin negación, sin escoger. Lo que viene, lo que es. Normalmente acogemos lo que nos conviene, lo que nos gusta, y rechazamos lo que no nos conviene.

Esta no es una actitud espiritual, e incluso diría que tampoco es una actitud inteligente. ¿Por qué?

Como la vida por su propia naturaleza oscila entre “arriba y abajo”, “altos y bajos”, si rechazamos lo que no nos interesa, rechazamos la mitad de la vida. No tenemos en cuenta todo lo que la vida tiene para ofrecernos, para descubrir sus misterios: la paz interior, la alegría permanente.

Si por ejemplo intentamos resolver un problema de física o química y no tenemos en consideración todos los datos, todas las leyes de la física, nunca encontraremos la solución al problema. O peor aún, nuestra solución será errónea, lo que puede tener consecuencias negativas.

Así que acojamos con un espíritu abierto, de buscador, de explorador, todo lo que nos llega: los miedos, el agotamiento, el cansancio, el aburrimiento, la tristeza, las dificultades; y también, por supuesto, los placeres, las alegrías, la dulzura, la relajación, la belleza, etc.

Sí, sí, la vida me da esto, sí, lo tomo; la vida me da aquello: sí, sí, lo tomo también...

Cambiemos nuestra avidez de tomar, de poseer, de acumular, por el afán de aceptar lo que la vida nos depara a cada instante. Tomemos lo que la vida nos ofrece. Todo.

Lo que la vida te presenta a ti, sólo a ti, exactamente a ti. A nadie más, a ningún otro....

Se tú mismo, establecido en ti mismo, ten tu relación personal con la vida, cuida de lo tuyo.

Se tú mismo, porque todos los demás ya están pillados. Acoge cada instante, acepta lo tuyo con ilusión y entusiasmo.

Ahora la pregunta es: ¿Quién acoge? ¿Quién acepta? ¿Quién es el que acoge los altibajos con el mismo corazón, con entusiasmo?

No es el niño herido en nuestro interior, perdido, que busca amor desesperadamente; no es el ego inseguro, que lo quiere controlar todo... estos no son capaces de acogerlos por entero... rechazan lo que no les gusta, lo que les hace sufrir. Separan entre el Sí y el No.

¿Quién acoge?

Es otro nivel de conciencia, que está aquí, en cada uno de nosotros; lo que llamamos el testigo, el sabio interior, el discípulo, el devoto verdadero, la claridad, (buddhi, que ve lo que es, con el corazón abierto, sin juicio, sin preferencias). Un nivel de conciencia, tal como dice Amma en la meditación, tan vasto como el universo...

Pero los que estáis escuchando, cada uno de vosotros, podéis percibirlo de diferentes maneras:
- O bien, por vuestras prácticas, estáis familiarizados con esta actitud de testigo, “sakshi Bhava”, de observador, de presencia;
- O bien no os es nada familiar, y quizás este es el momento de descubrir este nivel más profundo: confiado y distendido, que acoge cada situación, todas las emociones, los conflictos, sin ni siquiera en el primer momento, intentar resolver nada, ni intentar comprender nada, acogiendo simplemente lo que hay. Este nivel de ser está aquí en este instante, en cada instante, en todos los instantes; ya está aquí, en nuestro interior.

En la situación actual, el ego no tiene el control. Está restringido, confinado, ya no es “libre”, ha perdido sus referencias, sus puntos de apoyo.

Observad, dad un paso atrás, escuchad vuestro interior, sed conscientes pero sin dejaros atrapar.

El que escucha, sin miedo y sin preferencias, ese es el testigo.

Si os ayuda, imaginaros que lo que os pasa, lo que estáis viviendo, lo está viviendo vuestro mejor amigo. Y vosotros lo escucháis, con empatía, con benevolencia. Esto os permite tomar un poco de distancia, tener claridad, porque hay interés, pero no identificación.

Os cuento una pequeña historia que ilustra esta identificación.

En un pueblo, hay un incendio en una casa. Un hombre, en pánico, corre a apagarlo, pide ayuda, avisa a los vecinos... Un vecino le dice: “No hace falta que te agobies de esta manera, porque tu hijo vendió ayer la casa, no es tan grave...”. “Ah”, dice el hombre, “la vendió...” y se relaja. Sigue participando en la extinción del incendio, pero... desde la distancia.

Llega el hijo, y le grita: “Pero papá, ¿qué haces?, ¿no ves que se está quemando la casa? ¡Haz algo!” “Sí, hijo, pero si la has vendido...” “No, papá, al final la venta no se hizo”. Y el padre entra en pánico otra vez, y corre de nuevo, con miedo y preocupación.

Esta pequeña historia muestra el mecanismo de la identificación a algo externo y a la dependencia que de ahí surge.

Podemos imaginar una actitud diferente: una actitud desapegada pero responsable, de alguien que ve el incendio y reacciona de manera apropiada a la situación: haciendo todo lo posible para extinguir el fuego, sin pánico (porque es su casa), ni indiferencia (del que pasa de todo porque no es su casa). Desapegado y responsable.

Para acoger con el mismo interés todo lo que nos llega, la única solución es ir más allá de la dualidad del “me gusta-no me gusta”, de los “gustos y aversiones”. Olvidemos esta dualidad, que puede ser un verdadero veneno, o mejor, hagamos que pase a un segundo plano, porque olvidarla no es tan fácil y requiere comprensión y entrenamiento, y habilidad. No le demos pues la primera posición, y situémonos en un nivel más amplio, menos egocentrista y limitado; pongamos en primer lugar lo que simplemente es, los hechos, antes de juzgarlos.

“Estar separado de lo que amamos es sufrimiento, estar asociado a lo que no nos gusta es sufrimiento”. Dijo el Buddha.

Mientras estemos identificados a este nivel, mientras vivamos preocupados por nuestros gustos y aversiones, viviremos con tensión, con miedo (voy a perder lo que quiero), en conflicto (me imponen lo que no me gusta), con esfuerzo (para luchar contra lo que no me gusta, para obtener lo que me gusta), deseando y esperando que las cosas sean como yo quiero, esperando que cese el confinamiento, que la pandemia sea vencida en un mes... ojalá... ¿Y si no es así?

Vivir así, en lucha permanente, en una emoción permanente entre el sí y el no, es agotador.

Vamos a intentarlo, vamos a practicar, no esperemos nada más que lo que la vida nos ofrece, no nos ocupemos de nada más que de lo que la vida nos propone, de instante en instante, para poder estar plenamente en el momento, segundo a segundo, unificados. De la unidad nace la paz. Es el título de uno de los discursos de Amma.

Lo que la vida me ofrece, justo ahora, es único, y nunca volverá a ser igual. ¡No puedo perdérmelo! ¿Lo puedo vivir plenamente? Simplemente lo acojo, ya que está aquí para que yo lo viva.

Lo que es: sat, lo que no es, lo inexistente: asat.

Asato ma sat gamaya: desde lo que no es, llévame a lo que es. Acoger, con impaciencia, con amor, el momento presente. Abrazar el momento presente, dar darshan al momento presente o recibirlo como recibimos el darshan de Amma, como un abrazo total.

Podríais pensar: “Es fácil para la Swamini decir esto, ella está con Amma, en Amritapuri...” Sí, la vida, de una manera inesperada, me ha colocado aquí. Pero ¿es fácil? Me fui de Francia pensando que volvería a los pocos días. Dejé en Francia a mi madre de 94 años, hemipléjica, totalmente dependiente, en su casa (afortunadamente), pero sola la mayor parte del tiempo, y sola por la noche; mi hermana y mi cuñado van y vienen todo lo que pueden, y tienen que gestionar la carga mental de los cuidadores, que algunas veces están agotados, sobrecargados.

Estoy segura de que muchos de vosotros tenéis a un ser querido, vulnerable, del que estáis separados y que os reclama... es desgarrador.

Tengamos confianza, recemos, hablemos por teléfono con ellos por supuesto, pero dejemos ir, soltemos.

¿Qué más puedo hacer? Sí, dejo ir lo que no está en mi poder. No dejo que mi mente y mis pensamientos me invadan de tristeza, de rebeldía, de miedo, de culpa... Abro mi corazón a la realidad, no a la negatividad. OM, SÍ.

Aquí, no podemos acercarnos a Amma. No hay darshan público, por supuesto. Amma viene a la meditación y a los bhajans. Sí, es maravilloso.

El resto del día, estamos confinados en nuestras habitaciones. Vivo unas 18 horas al día en una habitación de 6m2, y hace mucho calor. Para mí, las noches de 30ºC no son lo ideal. Prohibido ir a la playa. Hay que comer en la habitación. “Ah, si estuviera en el ashram de Francia... El espacio abierto, los campos, la primavera, las flores, los pájaros, 20ºC”. Puedo provocarme sufrimiento, dividirme, crearme un conflicto. NO, dejo ir lo que no es. No pienso en lo que no es.

Aquí, podemos hacer la pradakshina (circunvalar) al templo de Kali, por la mañana: sí, esto lo tomo. Tomo lo que es posible, lo que se me da, no pido lo que no es accesible, aquí y ahora. Y es una experiencia preciosa. Saco el máximo provecho de lo que es posible.

¿Os sirve? ¿Podéis aplicarlo a vuestra situación?

Seamos inteligentes. Un poco de sentido común. Seamos UNO CON LO QUE ES.

No perdamos energía pidiendo cosas imposibles. Nos creamos una expectativa imposible, y cuando no se cumple nos quejamos, nos deprimimos. ¡Vaya sistema! Al contrario, utilicemos esta energía para, a partir de lo que es, sacar el mejor partido de la situación.

Seamos creativos, abiertos, adaptables. ¡Incluso entusiastas! “Sonríe...” dice Amma.

Recordad la oración de la serenidad, de la que habló Swami Shubamritananda. Es un mantra, una oración poderosa, contiene la totalidad del proceso:

“Dios mío, dame: la serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar, el valor para cambiar las cosas que puedo cambiar, y la sabiduría para ver la diferencia”.

Resumen de esta parte de la charla: Práctica: practicad el sí, acoged, estad abiertos a lo que la vida nos propone. Atrapad los pensamientos negativos, lo que pensamos que debería ser. Mejoramos al practicar, la práctica nos hace competentes, hábiles, expertos, y así es cada vez más fácil. Intentad no practicar la inquietud porque os convertiréis en expertos en inquietaros, a vosotros y a vuestro entorno. Y no practiquéis la queja, pues seréis expertos quejicas. Practicad el dar la bienvenida a cualquier situación que la vida os proponga. Recordad: una vida plena, no media vida.

La segunda parte: Comprender los errores del pasado y reflexionar sobre los cambios necesarios.

Para obtener las enseñanzas del drama actual, quisiera abordar la noción de dharma, tan importante en el hinduismo, que se llama de hecho Sanatana Dharma (armonía universal).

Dharma es lo que sostiene, de la raíz dhr, sostener.

El dharma es lo que permite a este mundo misterioso, maravilloso, a este universo increíble, seguir existiendo.

Son las leyes de la física, de la astrofísica, de la mecánica cuántica, las leyes como la gravedad, que no han sido inventadas por los hombres, sino descubiertas; estas leyes existían antes que el ser humano. Para que crezca una semilla, se necesita la lluvia, el sol...

El dharma es también los factores de armonía, de equilibrio, las fuerzas invisibles y sutiles... para que todo esto exista, funcione y sea estable, para que haya un desarrollo armonioso.

Las leyes eternas, las leyes del universo, no fueron creadas por el ser humano. Son intrínsecas de la naturaleza, de la belleza y el equilibrio de la naturaleza. El deber del ser humano es respetarlas, protegerlas.

“Destruido, el dharma destruye; protegido, el dharma protege.” según las Leyes de Manu, (VII, 15)

Observemos la naturaleza: la lluvia nos da agua, sin tomar nada para ella. El árbol nos da sus frutos, sin tomar nada para él. La tierra desborda abundancia de plantas salvajes comestibles, medicinales, para nosotros, no para ella misma...

La diversidad animal nos ofrece una riqueza, una inteligencia milagrosa y en perfecto equilibrio con las leyes de la naturaleza.

Nuestro planeta nos ofrece el aire que respiramos, 24 horas al día, 7 días a la semana. Cuando Abdul Kalam, ex presidente de India fallecido, visitó Amritapuri hace unos años, dijo que en Amma todo es dar, dar y dar con puro altruismo, mientras que nosotros nos dedicamos a tomar, tomar y tomar, como si se nos debiera lo que tomamos, sin la menor gratitud, incluso con violencia, con una avidez patológica de querer más y más.

El ego no para de querer transformar la naturaleza, manipularla, explotarla, ser el amo, sin ver las maravillas ofrecidas. Y esta avidez (que en realidad es una especie de sed de Absoluto), es ciega, en una ignorancia total de las leyes de dar y recibir, del equilibrio, de la armonía. Hemos dejado de respetar el dharma, el equilibrio armonioso de las leyes de este mundo. Hemos creado un tremendo desequilibrio. Hemos contaminado el agua ofrecida, contaminado la tierra ofrecida, contaminado el aire ofrecido, contaminado el alimento ofrecido, martirizado a los animales con una crueldad inimaginable.

Y ¿qué decir de nuestro dharma de seres humanos, en relación con nuestros hermanos y hermanas, con nuestros semejantes?

Aquí es donde habíamos llegado. Esta era la situación a principios de 2020. Mientras la amenaza del coronavirus hace temblar al mundo, los investigadores llaman nuestra atención sobre otra plaga. Una plaga que juzgan más impactante que las guerras, la malaria, el sida o el tabaquismo.

Esta plaga es la contaminación del aire. Disminuye en 3 años de media la esperanza de vida en todo el mundo. ¡Causa 9 millones de muertes prematuras cada año! El aire, que se supone que debe mantenernos con vida, nos mata. De la misma manera, el agua nos enferma, el alimento que debería alimentarnos nos envenena. Conocéis la ironía de Pierre Rabhi, el famoso ecologista... antes de comer, en vez de decir: “Buen provecho”, él dice: “¡Suerte!”

Hemos destruido el dharma. El dharma ha sido destruido. Recordemos las palabras de Manu: “Destruido, el dharma destruye; protegido, el dharma protege”.

¿No necesitábamos que sucediera algo radical, y rápido, para despertarnos?

El planeta estaba muriéndose, desangrado, y no lo hemos protegido. A él que nos lo da todo, como una madre perfecta, lo hemos saqueado, agotado, torturado, enfermado, dejado en un estado lamentable.

Y aquí tenemos su respuesta. Para evitar su muerte y arrastrarnos con él, ha tenido que actuar. Desde el punto de visto de la naturaleza, el COVID 19 es una manera radical de recuperarse, de sanarse. Desde el punto de vista de la naturaleza es una bendición.

Desde el punto de vista humano, la situación actual es terrible. Es una maldición. Pero ¿quién sabe? Quizás nos está salvando de una situación peor, hacia la que íbamos por impotencia de los que querían parar, y por avidez y ceguera de los que querían continuar.

Que el planeta esté enfermo afecta a los humanos, si el planeta muere, nosotros también moriremos.

“No hay gente sana en un planeta enfermo”: este es el grito de alarma de WWF sobre el coronavirus.

Por lo tanto, debemos tomarnos un tiempo para reflexionar. Para ver y comprender cómo hemos llegado hasta aquí. Qué mecanismos nos han llevado a esta peligrosa situación de desequilibrio. Hagamos introspección en este tiempo de confinamiento, para no repetir los mismos errores en el futuro.

Y nosotros que tenemos la gran fortuna de conocer a Amma, escuchemos sus mensajes. Amma no tiene ego. Ni gustos ni aversiones. No tiene miedo. Sus palabras no son opiniones, son Verdad pura. ¡ESCUCHEMOS! Intentemos profundizar en ellas, comprenderlas mejor. TODAS sus palabras, no sólo las que nos gustan, sino también y sobre todo las que nos molestan, las que nos hacen reaccionar...

¡Qué suerte! No perdamos el tiempo en discusiones de opiniones, de fake news en fake news, en informaciones parciales y partidistas, en discursos de derecha e izquierda... de facebook a WhatsApp.

Detengamos también esta bulimia de conexiones exteriores, para llenar nuestro vacío interior, o distraernos de nuestra incomodidad. No, Amma nos dice que esta es la peor de las contaminaciones. La contaminación de nuestra mente. En lugar de eso, sumerjámonos en nuestro interior. Todas las respuestas están ahí.

Redescubramos el vasto y rico sentido del dharma, recuperemos nuestra dignidad de seres humanos (¡no la dignidad del ego!), recuperemos nuestra nobleza de corazón, nuestra fuerza, nuestra integridad, nuestros valores... nuestro vínculo con la naturaleza, con lo que va más allá.

Recuperemos y vivamos nuestra humanidad, recuperemos y vivamos nuestra divinidad.

Esto es lo que podemos, lo que debemos hacer en este tiempo de confinamiento. Voy a parar aquí.

Sólo he sobrevolado sobre esta segunda parte, pero es mejor que cada uno reflexione antes de ir más lejos. Debemos darnos un tiempo para revisar el sentido y el propósito que damos a nuestras vidas.

Tenemos y tendremos mucho por hacer, por cambiar, por reorganizar... quizás para sobrevivir.

En su mensaje Amma nos dice: “El coraje es la principal cualidad. Si tenéis coraje, podréis superarlo todo”. En consecuencia, abandonad el miedo y reunid valor. El antivirus que puede matar a este virus es el coraje. El coraje es el antivirus de nuestra mente.

Seamos valientes, plantemos cara a la realidad, con la actitud del testigo.

Os deseo serenidad y sabiduría. Y la Gracia de Amma está aquí, nos bañamos en ella, nos envuelve. Amma está con vosotros, estáis en su corazón. Lo ha vuelto a decir recientemente.

Gracias por vuestra atención. Espero que encontréis algo que os ayude y os sostenga en este compartir.

Manteneros sanos y cuidad a los que os rodean.

Om Lokah Samastah Sukhino Bhavantu...


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