Cumplir el sueño de vivir una vida sostenible

En el Centro Amma de Pontgouin, Francia, sus miembros están desarrollando una ecoaldea en una propiedad próxima. Su objetivo es vivir cerca para apoyar al centro y sus actividades humanitarias, junto con la visión de crear una comunidad que encarne una forma de vida ecológica, solidaria y respetuosa hacia todos los seres.

Mathieu Labonne es el coordinador del centro, La Ferme du Plessis, así como una de las personas que construyen la ecoaldea. Comparte cómo comenzó la experiencia, en qué situación está hoy y las perspectivas de futuro.


Nuestra visión

Esta ecoaldea es una forma de cumplir nuestros sueños de lograr una forma de vida sostenible y un vecindario solidario. Mediante la puesta en común de recursos, podemos ser más autosuficientes en términos de alimento y energía. Creo que la clave para crear estilos de vida sostenibles está en la vida comunitaria. Ser autosuficientes por sí solos no es posible, pero podemos compartir nuestras habilidades, bienes y tiempo para producir algunos de nuestros alimentos, construir nuestras casas y organizar actividades culturales.

Swamini Amrita Jyoti Prana que es presidenta de ETW-France y directora del Centro Amma en Pontgouin, nos dijo: “Somos muy afortunados de que se pusiera a la venta este terreno, justo al lado del ashram. Algunos de vosotros queríais venir y servir en el ashram, pero todavía contabáis con vuestros propios hogares. La belleza radica en que la ecoaldea está creando un equilibrio entre vuestra vida privada, las actividades de voluntariado y las prácticas espirituales".

Sus palabras nos dieron el ánimo y el apoyo que necesitábamos. El primer propósito de la ecoaldea es brindar a sus miembros los medios para vivir cerca, lo que hace que sea mucho más fácil administrar el centro. Esto genera resiliencia, ya que cuando no hay alguien cerca, otra persona puede hacer un poco más para garantizar el mantenimiento y el apoyo a todos los niveles.

La casa de nuestra familia está construida exclusivamente con materiales naturales y está tan bien aislada que solo usamos dos metros cúbicos de madera para calentar 140 metros cuadrados. Tenemos tres hijos y es útil como padre que crezcan en una comunidad con muchos amigos y adultos en los que puedes confiar. En cuanto a la experiencia de la naturaleza, los niños crecen conscientes de la conservación del medio ambiente, además de tener un lugar maravilloso para jugar en el jardín de cuatro hectáreas.


Como empezó el proyecto

Desde que el Centro Amma abrió sus puertas por primera vez en Pontgouin en 2002, la gente ha venido a vivir cerca para participar en la gestión del centro. Muchos de estos "vecinos" han compartido sus esperanzas de una forma de vida alineada con los valores que aprecian, incluida la ecología, la puesta en común de recursos y el apoyo mutuo. Algunos de ellos han estado profundamente involucrados en el desarrollo de los jardines de Ferme du Plessis, y en la transformación de este lugar en un ecositio educativo utilizando técnicas de permacultura.

En 2014, un grupo pionero de unas diez personas comenzó a pensar en fundar una ecoaldea y, en 2017, compró un terreno de 4 hectáreas que se encuentra a solo 150 metros del Centro Amma. Los habitantes de la ecoaldea quieren encarnar una forma de vida ecológica, solidaria y respetuosa, logrando un equilibrio entre la privacidad y la soberanía individual por un lado, y una vida colectiva que facilite el compartir y los lazos sociales por el otro.

El proyecto cuenta con el apoyo de un tipo especial de asociación, que gestiona los activos comunes. Cada hogar posee una pequeña parcela de tierra privada, sujeta a las regulaciones de construcción que establecen las opciones colectivas: baños secos obligatorios, materiales de origen biológico, respeto por la arquitectura local, requisitos de aislamiento térmico y otros detalles similares.

Estas opciones aseguran una alta calidad ecológica, dejando a cada persona responsable del trabajo realizado en su casa. Existe una elección individual en términos de cómo construir la propia casa, incluida la opción de autoconstrucción, junto con la asociación comunitaria que gestiona la construcción y el mantenimiento de las áreas comunes.


Lo colectivo y la gobernanza

El proyecto abarca 28 unidades rodeadas de grandes áreas comunes y 27 ya están compradas. Los perfiles de los participantes son diversos y reflejan un deseo de diversidad generacional. Un proceso de inclusión permite a los miembros del proyecto elegir a sus futuros vecinos.

Durante muchos años, hay reuniones plenarias una vez cada tres meses, lo que ha generado confianza entre los miembros. También asisten residentes oficiales del Centro Amma. Este compromiso conjunto es fundamental para garantizar una gobernanza eficiente y relativamente ágil para una ecoaldea de este tamaño. Parte de la fuerza del colectivo se debe a las raíces comunes en las enseñanzas de Amma sobre cómo vivir como un individuo que apoya a una comunidad más grande, así como a nuestro mundo natural.

En la actualidad, la ecoaldea es administrada por un comité directivo de siete personas elegidas según el principio de "no candidato", también conocido como "elecciones por consentimiento". Es un método originalmente del proceso sociocrático donde la comunidad ofrece roles a las personas que sienten que son las más adecuadas en lugar de que los candidatos decidan individualmente postularse. Una vez seleccionado, el individuo decide si asume la responsabilidad o no.

En el siguiente nivel, grupos de cinco a ocho personas gestionan diferentes aspectos de la ecoaldea: jardines, obras, comunicaciones, etc. Estamos construyendo poco a poco la gobernanza con la intención de ser a la vez eficientes y participativos, y las decisiones generalmente se toman por consentimiento.


La dimensión ecológica

Una de las facetas que unió a los habitantes de la ecoaldea es la fuerte motivación ecológica con la búsqueda de la autonomía, sobre todo en lo que respecta a la alimentación, pero también a la energía y el agua. La normativa de construcción asegura que las casas estén hechas de materiales de origen biológico, casi en su totalidad pasivos, calentados sin combustibles fósiles, con baños secos y agua caliente solar. Cada casa encuentra sus propias soluciones para cumplir con estas limitaciones y el proyecto constituye un verdadero laboratorio de ecoconstrucción.

El colectivo ha elegido un sistema de saneamiento ecológico con tres sistemas de purificación de plantas, y bajo este proceso, las aguas grises se reciclan nuevamente en el ciclo natural del agua. El diseño general del sistema de gestión del agua incluye valles, estanques y cuencas, ya que el clima local es húmedo en invierno, pero muy seco en verano.

El trazado general de las 4,3 hectáreas ha sido diseñado siguiendo los principios de la permacultura para facilitar su mantenimiento a largo plazo. Ya se han plantado más de 100 árboles grandes y un bosque de alimentos. Esto permite la producción progresiva de parte de los alimentos de los habitantes, con huertas colectivas cerca de sus casas.

Finalmente, compartir edificios comunales ayuda a reducir la huella ecológica de los habitantes. Las lavanderías colectivas y las habitaciones de huéspedes en el futuro, los grandes edificios comunes permitirán construir casas más pequeñas que no necesitarán sus propias lavadoras y pueden tener menos habitaciones.


Una puerta de entrada a un mundo más justo

La ecoaldea todavía está en fase de construcción, con 11 casas habitadas o en construcción de las 28. La primera familia se mudó a fines de junio de 2019 y la construcción continuará hasta al menos 2024. Sin embargo, el proyecto ya está atrayendo a muchos de los que realizan nuestras visitas guiadas mensuales. En Francia, cada vez más personas sueñan con crear este tipo de vida, y el proyecto está integrado, como miembro activo, en la gran red Oasis de ecoaldeas y eco-comunidades de Francia.

No obstante, es raro ver ecoaldeas tan grandes en Francia, ya que la mayoría están habitadas por menos de 15 familias. La capacidad de tener éxito con un proyecto tan grande se debe especialmente a los ideales que nos unen. Sin las enseñanzas de Amma y el amor de la gente por ella, el proyecto nunca podría haberse creado tan fácilmente y, al mismo tiempo, ser tan grande. Esta ecoaldea es una prueba más de que la compasión de Amma en acción es la puerta de entrada a un mundo más justo, solidario y ecológico.

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